El autódromo estaba colmado, la lluvia no era fuerte pero el piso estaba mojado y con ello el tránsito por el asfalto era imposible. Fue un 11 de diciembre de 1994 y era la última carrera del año del TC que utilizaba el mítico trazado Nro. 12 del autódromo porteño para cerrar el año.
Los aspirantes al título eran cinco: Juan de Benedictis y Walter Hernández con Ford, Emilio Satriano con Chevrolet y Eduardo “Lalo” Ramos y Fabian Acuña, también con Ford, en ese orden llegaron en el campeonato y cada uno de ellos habían ganado ya su carrera, en consecuencia cualquiera podría ser el monarca.
“Lalo” hizo la “pole” y también ganó su serie, el piloto de Mechongué, estaba afilado aquel domingo. La segunda batería la ganó Walter Hernández y la tercera: Juan María Traverso, todo sobre un piso húmedo y con abundante nubosidad en el Gálvez.
Satriano había roto su motor, por lo que la cantidad de aspirantes al título ya se reducía a cuatro…y la lluvia fue intensa.
La final, arrancó con Hernández adelante, seguido por Ramos que peleó más de lo necesario una acción para permitirle a Pernía acceder a la punta. El público deliraba y festejaba cada maniobra, despiste y trompo producto del mal estado del piso.
Fabián Acuña, que intentaba descontar, se despistó, atrás, De Benedictis, gran favorito también visitó la tierra arada para no salir nunca jamás de esa situación. Con soltura, Traverso llegó a la punta, detrás varios despistes, trompos y dibujos no convencionales echaban por tierra las aspiraciones de cada uno de los aspirantes, excepto “Lalo” que entendió la carrera y que, también luego de un despiste volvió al asfalto para seguir al “flaco” Traverso sabiendo que detrás de este y siendo segundo era el campeón.. y así fue.
Héctor Petruchelli le bajó la cuadriculada al de Ramallo e inmediatamente “Lalo” Ramos, que legó segundo, detrás del “flaco” sabía lo que había logrado y fue tal la alegría y el descontrol que luego del banderazo y sin intentar siquiera controlar el Falcon, impactó de lleno contra el guard rail de la recta luego de superar el sector de llegada.
Y aquí comienza la historia del Falcon naranja. Con el 1 pintado sobre sus laterales, Ramos siguió corriendo con ese auto en la temporada 95´y parte de la de 1996 cuando decide armar con su equipo un nuevo Ford adaptado a las nuevas normas y con elementos más modernos.
El auto campeón se lo vende a un equipo que tenía al “Pejerrey” Luis Belloso como piloto, que lo pinta, de acuerdo a su patrocinador principal, de color celeste y que corre con éste vehículo durante un par de temporadas sin grandes resultados. El equipo vuele a vender el auto campeón a un preparador de la zona de Luján que lo mantiene inactivo, lo desarma completamente y por años espera la mejor condición monetaria y técnica para devolverlo a la pista.
Y aquí comienza la historia de ese auto que descansa su gloria a la entrada del Museo del Turismo Carretera.
Un amigo nos pasa el dato “Adentro de un galpón abandonado en Luján está el auto con el que “Lalo” Ramos se consagró campeón en Buenos Aires”, nos dijo, y solo nos pasó un contacto.
El galpón había sido alquilado a un preparador que atendía a varios autos zonales y que una noche, mágicamente, había desaparecido dejando algunos elementos, unas viejas carrocerías, algunos escapes y el auto en cuestión en un costado, arrumbado y con faltantes.
Allí comenzó una investigación y una serie de llamados para dar con los dueños del galpón que estaba a pocas cuadras de la vieja ruta nacional 7, no muy lejos del acceso antiguo a la ciudad de Luján.
En el peregrinar de llamados y con el dato preciso de que se trataba del auto de Ramos, dimos con uno de los dueños, en los EE.UU, que solícito atendió nuestro pedido de recuperar esa unidad y nos dio el contacto de su hermano en Luján con el que establecimos día y hora para retirar de allí el Ford Campeón 1994 del TC.
Ya en la puerta y con una linga bien larga comenzamos a “traer” al auto hasta la plancha arrastrando todo lo que venía con él. El auto estaba algo oxidado, todavía pintado celeste, con algunos caños rotos, sin una puerta trasera, pero con el clásico caño cruzado en el parabrisas que era la señal inequívoca que se trataba del auto codiciado.
Hacia el mediodía, el auto, o lo que quedaba de él, fue depositado en un carro que lo transportó hacia el interior del taller que “Beto” Pourciel tenía en la avenida Directorio en el barrio de Mataderos.
Luego de seis intensos meses de trabajo, funcionando perfectamente, sobre sus cuatro neumáticos de la época, el Ford llegó al Museo del Turismo Carretera y se integró, orgulloso, al tan mentado parque de autos campeones del TC. “Lalo” Ramos, lo vio, buscó una perilla oculta que su equipo había colocado debajo del tablero, acarició, cerró la puerta delantera y lloró por la emoción de reencontrarse con quien le permitió acceder al prestigioso listado de campeones del Turismo Carretera.
Los números de 1994: Eduardo Ramos llegó 2do. En Santa Teresita, 3ro. en Rio Cuarto, 2do. En la primera de Buenos Aires,3ro. en Bolívar, corrió las 2hs, con René Zanatta, fue 2do. Ganó en Balcarce y terminó 2do. En la última de Buenos Aires, donde se consagró Campeón.